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CARMEN MIRANDA
 “BANANAS IS MY BUSINESS”
         de shows en Bro-
         adway,  fue  por-
         tada de todas las
         revistas, y el New
         York    Journal
         American  decía
         de ella que “es el
         mayor  evento  en
         nuestra  relación
         con  América  del
         Sur  desde  el  ca-
         nal de Panamá”.




          En todos los fil-
         mes  ejercerá  de
         latinoamericana,
         según  los  guiris
         hollywoodien-
         ses, es decir; una
         mujer    apasio-
         nada,  tonta,  que
         sabe  bailar,  pero
         parlotea  inglés.
         En  apenas  cinco
         años  se  hizo  un
         hueco  entre  la
         aristocracia   de
         Hollywood.  Montó  con  John  Wayne  y  Clark  Gable  una   Carmen es otra que pertenece por derecho propio a mi
         compañía petrolera en Texas, conoció a Howard Hughes,   santoral de mujeres irrepetibles.
         Groucho Marx y Ava Gardner.
                                                                      Artículo publicado en Gladyspalmera.com


 Por Gladys Palmera  se, así que los barbitúricos eran su compañía. Profesio-
          Su marido fue un desastre del que se negó a divorciar-
         nalmente siempre estuvo encasillada y obligada a llevar
         una cesta de frutas en la cabeza. Una vez le preguntaron
         por qué seguía y ella respondió: “Bananas is my business”,
         frase que daría título, en 1994, a un docudrama sobre su
 Hasta su última aparición Carmen Miran-  lante de Bob Hope, Cary Grant o Humphrey   vida realizado por la brasileña Helena Solberg.
 da quiso ser ella. Apareció en la televisión  Bogart.
 con sus tacones imposibles y sus tocados in-
 verosímiles. La frutería de su cabeza la hizo
 única. Medía 1,52 y sin alzas y tutti-frutti   En 1946 compra a la Fox su contrato por 75.000 dóla-
 hubiera sido poca cosa y no se la hubiera   En 1939, el transatlántico Uruguay atraca   res y rueda Copacabana, con Groucho Marx. La película
 conocido como “La bomba atómica brasile-  en el puerto de Nueva York, y Carmen des-  fue un fracaso. Después de una depresión y algunas se-
 ña”. Lo curioso es que era portuguesa, naci-  ciende.  Un  grupo  de  periodistas  la  recibe.   siones  de  electroshock,  tuvo  fuerzas  para  volver  a  tra-
 da en un pueblo de 300 habitantes.  En el atroz inglés que ha aprendido durante   bajar en Hollywood. Aguantaría unos meses. La mañana
 el  viaje,  sólo  acierta  a  decir:  “I  say  mónei,   del 5 de agosto, tras desvanecerse la noche anterior en
 mónei,  mónei.  I  say  mónei,  mónei,  mónei   el show de Jimmy Durante, su empleada doméstica la en-
 and I say hot dog. I say yes, I say no. I say   contraba muerta y “aferrada a un espejo de mano” en su
 Pero fue mucho más que una cesta de fru-  mens, mens, mens” - casi, tan inteligible que   mansión de Beverly Hills.
 tas en la cabeza y unos tacones. Bajo la más-  Madame Botella, pero con gracia-.
 cara sonriente se ocultaban su adicción a las
 anfetaminas y los barbitúricos y el trauma
 por no poder tener hijos. En el plano pro-  La estética del exceso fue su seña de identidad. Subida
 fesional, popularizó la samba en Brasil y el   Esas palabras, tan simpáticas e inocentes,   en unas plataformas imposible -fue la reina de ese zapa-
 mundo  entero,  triunfó  en  Hollywood  y  se  serían su condena. Broadway y Hollywood   to- y con una cesta de frutas sobre la cabeza Carmen era
 convirtió en la mujer que más dinero ganó  no le permitirían nunca más expresarse de   maximalista y todo le parecía poco, así que acumulaba
 en  Estados  Unidos  durante  1946,  por  de-  otro modo. A cambio, ya en su primer mes   frutas y movimiento.



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