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CONTEMPLACIONES DEL AGUA CLARA
POETA AL CAER LA NOCHE CON SONIDO
Aún ha poco, para releer la página admirable de fray Luis templación. No tenía, es claro, “desde la primera edad he- EL TÍTULO DE ESTA CRÓNICA ESTÁ EN ESPAÑOL,
de Sousa, cuyo título, posiblemente dado por los antolo- cho hábito en este santo ejercicio”. Mas lo que me faltaba
gistas Álvaro Lins y Aurelio Buarque de Holanda, es (si en en penitencias, me sobraba en ternura y querer bien. Y si EN EL ORIGINAL (NOTA DEL TRADUCTOR).
vez de poeta se lee arzobispo) el mismo de esta crónica, en él “esta antigua costumbre le traía la viola del espíri-
tuve la alegría de verificar cuán parecidas eran mis noches tu tan temperada siempre, que en cualquier oportunidad
de soledad, en Montevideo, con las de fray Bartolomeo que dejaba el negocio, luego le echaba plegarias para sin
de los Mártires, más de tres siglos antes. Como el santo demora entonar las músicas de la Celestial Jerusalén, y De Garcilaso de la Vega se decía que era el más hermoso ¿Y qué mayor gloria para Garcilaso que ver que sus in-
arzobispo, también yo pasaba el día todo despachando permanecer absorto en los placeres del divino ocio”, yo y gallardo de cuantos componían la corte del emperador. novaciones constituirían las formas dilectas de los poe-
expedientes, quizá de menos jerarquía, pues mientras él por mí tenía siempre bien afinado mi violón Del Vecchio y Llamábanlo sin envidia el amado de los dioses y su ele- tas españoles del siglo XVI de la estatura de fray Luis
debía caminar de vuelta con despachos celestiales, tenía me complacía en triturarme las saudades con los dolidos gido. Muerto con la edad de Cristo (1503-1536), vivió de León y, sobre todo, san Juan de la Cruz?
yo a mi cargo despachos marítimos y terrestres, adelante acordes de tantas canciones hechas para la bien amada. el gran toledano una vida de un brillo raro, distribuida
la firma de pasaportes y facturas y el contaje diario de los Y así no me era para nada difícil pasar de facturas a dul- entre un destierro, muchas batallas y, en los interludios, Hay un verso del poeta que me encanta, en la égloga dedi-
emolumentos consulares. zuras, y desligarme de la rutina del trabajo para la comu- lindas mujeres, entre las cuales sobresale su mayor pa- cada al virrey de Nápoles, en que son personajes sus dos
nión con la amiga distante, en un lento evaporarse sión, doña Isabel Freyre, dama portuguesa de la corte de hijos pastores más amados, Salicio y Nemoroso. Viene de
de mi ser en pos de su adorable imagen, que a veces la emperatriz Isabel que, aparentemente, no le daba la de- allá por el medio del poema, y dice así:
parecía corporizarse en la luna que estaba en el cielo. bida respuesta. Mas la verdad es que el poeta-cortesano
Y no era no común quedarnos, yo y la luna de Monte- iba levantando la mano en el guardamano de la espada, ... cuando Salicio, recostado
video, en dulce connubio, ella dilatando los espacios una sonrisa en los labios y estrofas de Virgilio, Dante y
con los rayos de su amor, yo desvaneciéndome de Petrarca en la punta de la lengua, para ablandar otros al pie de una alta haya, en la verdura,
amor en su resplandor de luna llena. Pues era aquel corazones que no el de la bien amada.
resplandor de mi bien en su pungente exilio, el secre- por donde una agua clara con sonido
tearme que, así mismo ausente, allí estaban para ilu- ¿Qué mayor gloria para Garcilaso que ver que sus inno-
minar mis horas; y yo tenía paciencia y la esperanza vaciones constituirían las formas dilectas de los poetas atravesaba el fresco y verde prado...
dentro y fuera de mí, que ella se vistiera toda de luz españoles del siglo XVI?
para nuestro futuro encuentro; y no me desesperase, El verso al que me refiero, como ya ha de ser percibido, es
pues estaba próximo el día en que nunca más nos Era un valiente, a la manera de Villon y de Camões. Tan el tercero del extracto aquí citado: “por donde una agua
habríamos de separar. bien a caballo como a pie, amigo de poetas y de santos, clara con sonido”. Es inútil intentar traducir. Agua clara
murió en los brazos de su amigo, el marqués de Lombay, con sonido, agua clara con ruido —nada tendrá nunca
De otras veces —como en el caso de fray Bartolo- que la Iglesia canonizaría como san Francisco de Borja, la belleza natural, la luminosidad de arroyo límpido co-
meo, que le dieran motivo para los negocios, “subía después de, solitario, dar inicio al asalto a la fortaleza de rriendo apacible al sol, el onomatopeyismo sustantivo, sin
sobretarde a una terraza que mandó hacer en una Muy, en Provenza. Mas cuando descansaba de las armas, necesidad de aliteraciones del verso original de Garcilaso.
casa de las más altas de Paso; y como el pajarillo, que empuñaba, según se cuenta, un arpa con igual maestría. Son como sones puros de música.
después de andar todo el día ocupado en la fábrica de Formal, en el sentido clásico, sin ser culterano, sabía de-
su nido, cuando va cayendo el sol, y las sombras cre- jar fluir de su corta, mas magistral obra poética una lu- Yo, si jamás hubiese hecho un verso así, colgaba los za-
ciendo, extiende las alas por el aire, dando unas vuel- minosa música verbal que lo distingue entre los pioneros patos de fútbol.
Y como hacía él, con relación a las cosas divinas, yo, al tas alegres y desenfadadas que parece no valen la pena, del llamado Siglo de Oro de la poesía española. Y fue tam-
cerrarse la noche sobre el cerro que provocó en el descu- o posado sobre una ramita canta descansadamente”—, bién un extraordinario innovador, no sólo con traer para
bridor la exclamación nominativa de la ciudad, después también yo me dejaba estar en la terraza de mi aparta- la lírica de su patria los elementos positivos de la escue-
de un corto trayecto en automóvil hasta el barrio de Poci- mento, uno de los más altos de Pocitos; y hecho él que, a la italiana, sino con enriquecerla de creaciones nuevas,
tos, donde tenía mi apartamento en un séptimo piso, “me imagen de la avecita —“después de alargar los ojos por como es la estrofa compuesta de versos de cinco, siete y
aplacaba del peso del día y del trabajo con un pasatiempo las sierras y oteros, que de lo alto se descubrían, extendía once sílabas, conocida como estrofa-lira, por ser ésta la
mal conocido en el mundo, y al menos buscado por po- los de su alma a las mayores alturas del Cielo, volaba con palabra final del primer verso de su famosa canción “A la
cos (y aún mal, que si muchos lo buscaran fuera mejor el consideración por aquellas eternas moradas, se desaho- flor de Gnido”:
mundo)”. Me entregaba a una profunda contemplación gaba, y en voz baja entonaba de cuando en cuando ale-
de la bien amada ausente. Esta era la manera de vencer gres himnos”— yo a mi vez, ante la idea de compartir con Si de mi baja lira
la distancia irremediable que se extendía delante de mis la bien amada la visión de los amplios espacios crepus-
ojos volteados hacia el norte y que a veces buscaban, en culares del estuario del Río de la Plata, y de rodearla con tanto pudiese el son que en un momento
la línea descendente de Alfa y Beta de Centauro, el punto mis brazos dentro de las iluminaciones del ocaso oriental,
exacto donde ella, en su ventana sobre el parque, debía me recogía, cual un niño que, ay de mí, ya no soy más, aplacase la ira
también pensar en mí. para tamborilear con los dedos y cantar con ella alegres
sambas de mi Río, que no es el de Plata ni el de Oro, sino del animoso viento
Y no se maraville ninguno de que yo, tal como el arzobis- que es ciudad de mucho instante y donde hoy mora, en
po, pasase con tanta facilidad de los negocios a la con- casa única, mi antes triste y polifacético corazón. y la furia del mar, y el movimiento...
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